Por
Modesto Lule MSP
Anécdota con reflexión
Hace
varios años me regalaron cuatro tortugas del tamaño de una pelota de golf.
Todas estas vivían en una pequeña pecera. El tiempo pasaba y yo les daba de
comer y les cambiaba el agua, aunque no muy seguido. Pero un día una de las tortugas comenzó a
tener su caparazón muy blando.